Recientemente, se ha producido en México un acontecimiento que atañe al mundo de la reproducción humana asistida, y que ha llamado la atención de la sociedad en general. Ha sido el nacimiento de un niño producto de «tres padres genéticos». Al menos es así como se ha denominado, tanto por la gente no experta como por los especialistas en medicina de la reproducción. Y este uso coloquial de la denominación de la «técnica» ha provocado cierto recelo en la sociedad, por supuestas implicaciones éticas que la gente no termina de comprender, porque las explicaciones que estamos dando los especialistas tampoco son claras.
¿Qué entiende una persona no experta en estos temas por un «padre genético»?
Una persona se puede parecer físicamente a su padre o a su madre genéticos, porque lleva sus «genes», que en realidad corresponden a los genes que se encuentran en el núcleo de las células, lo que hace además que la persona pueda heredar también las enfermedades genéticas de sus dos padres.
El caso del niño nacido en México de «tres padres» no difiere de esta situación, ya que realmente sólo tiene dos padres genéticos nucleares. De hecho, el aporte del «tercer padre», que siempre será una mujer porque su contribución es el citoplasma de un óvulo, corresponde únicamente a las mitocondrias, el orgánulo citoplasmático que es la fábrica de energía de la célula. La circunstancia de que las mitocondrias sean el único orgánulo que posee sus propios «genes mitocondriales», y consecuentemente sus propias enfermedades genéticas, es lo que genera la controversia.
Pero lo cierto es que las mitocondrias que aporta el óvulo de la donante ajena a los verdaderos padres genéticos no hacen más que evitar que el niño nacido sufra la enfermedad mitocondrial que padece la madre.
No hay más misterio ni mayor cuestionamiento ético. Las mitocondrias son solo un suplemento, y sus genes mitocondriales solo sirven para el funcionamiento correcto de la propias mitocondrias, tan imprescindibles para la salud del niño, como irrelevantes para lo que la gente entiende normalmente como herencia genética.
Por lo tanto, no existe el susodicho «tercer padre genético», dado que el aporte de la donante no tendrá mayor consecuencia que asegurar una fisiología celular adecuada del embrión generado.
Dr. Jorge Cuadros, Jefe de Laboratorio de FivMadrid.